sábado, 27 de marzo de 2010

Divague del insomnio


Tu, mi efímero y vulgar pasatiempo. simples rostros cargados de veneno que fingen expresarse. Arrojadas al aire o al vacío de la insensatez virtual en una etérea contienda, a pesar de todo. Que van por ahí relamiendo su óxido y al borde del grito, enmudecen. Que vomitan y se arrastran sobre su propio eje con insistencia, recordándome la trascendencia que les adjudicas y la miseria existencial de todo esto. Que no corren hacia lo ignoto ni golpean ni estallan allí donde deberían hacerlo sino que simplemente: se arrastran. Como un manojo de cenizas al viento que se aleja raudamente murmurando por lo bajo, así sin más, o como un chiste de contratapa que es leído al pasar y se pierde graciosa e irremediablemente. Y se funde. Con algo muy parecido al silencio. O a una definitiva nada.

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