jueves, 18 de marzo de 2010

David Foster: El Bart Simpson del infinito


David Foster Wallace, de 46 años de edad, el mejor cronista del malestar de la sociedad norteamericana contemporánea, decidió ahorcarse en su casa de California. Autor de dos celebradas novelas, – especialmente “La Broma Infinita”- diversos volúmenes de cuentos, ensayos, así como notables crónicas periodísticas que retratan su miedo y asco al desencanto norteamericano. Sus divagaciones, su ironía -¡y vaya ironía!- han cobrado nueva vida después de su muerte. Su estética remitía a referentes tan dispares como las películas del cineasta David Lynch –un locuron total- Wallace supone una forma radicalmente nueva para entender la literatura.

Abrir un libro de Wallace es enfrentarse a una emocionante y desorientadora catarata de información. Sus novelas, sus cuentos, sus ensayos vienen sobrecargados de alusiones y de divagaciones. Wallace interrumpe el flujo de su trama o de su argumento para lanzar una exhibición de pirotecnia informática, en otros despliega su fuego en una nota de pie de pagina, o una apostilla, un par de estructuras que lo fascinaban y que le dan a muchas de sus obras un extraño aspecto seudo académico. Estas estructuras narrativas son consecuencia directa de la sensibilidad de nuestra era; reventando los códigos estéticos de las generaciones precedentes, su prosa tentacular mimetiza los sistemas del paradigma cultural en que vivimos: el vértigo de las comunicaciones, el exceso de información, la influencia de las grandes corporaciones financieras, los iconos de la cultura pop, la industria del entretenimiento, el cine, el deporte y la música, la amenaza omnipresente del terrorismo.

Wallace y su broma

Nació en Ítaca, en el Estado de Nueva York, en 1962, hijo de profesores universitarios, su padre de filosofía y su madre de literatura. Sus primeros libros La escoba del sistema (1987) y La niña del pelo raro (1989), escritos cuando tenía veintitantos años, llamaron la atención por la fuerza incendiaria del lenguaje y la radicalidad de sus planteamientos literarios. El interés se elevó a asombro con la aparición en 1996 de la monumental La broma infinita, edificio narrativo de más de mil páginas, que contaba con un complejo aparato de varios centenares de notas, muchas de considerable extensión. La novela adquirió el estatus contradictorio de ser considerada una obra de culto, pese a que gozó de una extraordinaria difusión. El consenso, sobre todo entre los escritores, es que se trataba de la novela más audaz e innovadora escrita en Estados Unidos en la década final del siglo XX.

La broma infinita propicia el entrecruzamiento de una portentosa diversidad de registros: de la trigonometría al tenis, pasando por las drogas, la estética grunge, la filosofía, y el cine. Por medio de un lenguaje en estado permanente de incandescencia, la novela lleva a cabo una sátira despiadada de nuestro tiempo, a la vez que un conmovedor escrutinio de la soledad del individuo. Los textos Wallace se presenta como Funes el memorioso, capaz de producir brillantes argumentos sobre temas tan distintos. Y su lectura se torna tan ágil, como las caderas de Mick Jagger en pleno concierto.

En la mente de Wallece

Wallece conocía mejor que nadie el peligro de quedarse atrapado dentro de su propia mente. Aunque a primera vista parece ser el mas avanzado avatar de la postmodernidad, un reproductor de inacabable flujo, una especie de Ipod en evolución y con baterías infinitas. Sin embargo el buscaba algo mas que información, el quería crear ficción que fuera lo opuesto de la televisión, no porque creyera que era posible escapar de la cultura popular, sino todo lo contrario.
Cuando sus profesores de escritura en la Universidad de Arizona le dijeron que sus trabajos no deberían contener referencias al pop o a la cultura contemporánea sino a las cosas eternas, a lo académico, el respondió que para su generación la cultura pop (popular) constituía el medio ambiente clave, las películas y la música rock eran esos conceptos eternos y académicos. La mente de Wallace esta convencida de que una sumisión completa a la cultura de hoy en día nos vuelve más cínicos y menos capaces de comunicarnos los unos a los otros. Es decir, una experiencia cultural que vale la pena inspira una autoconciencia crítica; en vez de anestesiarnos o pepearnos con una dosis de tv, lo cuentos, las crónicas, los ensayos deben de desquiciarnos.

Su desquiciada mente lucho por más de veinte años contra su depresión recurrente. Sin embargo, la realidad lo devoró. Wallace fallece por decisión propia el 12 de setiembre del 2008 presentándose como un escritor realista de la vieja guardia, menos una criatura pura de la sensibilidad pop. Un Bart Simpson que realmente lo sabe todo y un poeta de la empatía de Charles Dickens de la edad de Google.

Bonus track: Algo que quedo en la cinta...

Sobre Estados Unidos:

“Es buen lugar para vivir. La economía es muy potente, y el país nada en la abundancia. Y sin embargo, a pesar de todo eso, entre la gente de mi edad, incluso los que pertenecemos a una clase acomodada que no ha sido víctima de ningún tipo de discriminación, hay una sensación de malestar, una tristeza y una desconexión muy profundas. Sobre nosotros sigue pesando la sombra de episodios históricos recientes, como Vietnam o el Watergate y ahora, el desastre que se avecina con la matanza que está a punto de comenzar en Irak"

Sobre la Broma Infinita:

"El tema central de la novela es el fenómeno de la adicción como síntoma del malestar de la sociedad capitalista: desde las drogas hasta otras formas más genéricas de adicción".

Sobre los medios de comunicación:

"Nuestra relación con la realidad está violentamente mediatizada por el impacto de los medios visuales y la tecnología, sobre todo la televisión. Creo que la literatura seria mantiene una relación sumamente compleja y ambivalente con la industria del entretenimiento en general".


“No nos engañemos: la Red no es más que una avalancha de información, un laissez faire salvaje, sin estándares éticos. Se acosa al consumidor con un aluvión de ofertas, seductoras, sin ayudarle a discernir a la hora de elegir. La explosión punto.com es la destilación de la ética capitalista en estado químicamente puro".

Sobre la literatura:

"Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada".


Funte: Entrevista con Wallace del diario El País


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